Eric Moussambani 'the swimmer'
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Eric Moussambani 'the swimmer'
UN ECUATOGUINEANO GANA SU SERIE DE 100 METROS LIBRE TRIPLICANDO EL TIEMPO DEL PLUSMARQUISTA MUNDIAL - MOUSSAMBANI, QUE PARTICIPO GRACIAS A UNA INVITACION, NUNCA HABIA COMPETIDO EN UNA PISCINA DE MAS DE 20 METROS - NADO SOLO, JALEADO POR LA MULTITUD
SYDNEY - XXVII JUEGOS OLIMPICOS.- Iba en cabeza cuando afrontó los últimos 50 metros. Con el corazón desbocado, llegándole entre las aguas el aliento de 17.500 voces jaleándole, se lanzó a los últimos 25. Nadie podía seguir su estela. Definitivamente, Eric the swimmer (el nadador) iba a ganar. Sólo restaban 10 metros. Sus pulsaciones estaban disparadas. Restaba un instante para la gloria. «Sólo un poco más, y ya es mío», debió de pensar. La piscina estaba enloquecida. Estiró el brazo, detuvo el cronómetro y sacó la cabeza fuera del agua, exhausto, heroico. No sólo había ganado, sino que además había hecho su mejor marca personal. Ninguna de ambas cosas parecía imposible en la salida: había nadado solo y era la primera vez que conseguía completar 100 metros. Su tiempo era el récord del mundo multiplicado por tres, una marca que, obviamente, no le permitirá tomar parte en la final de hoy, pese a haberse impuesto en su modesta serie.
Fue incluso siete segundos más lento que la plusmarca de Peter van der Hoogenband en los 200, el doble de distancia. No importaba: la piscina estaba rendida a sus pies y Eric era un héroe.
El nombre de Eric Moussambani -the swimmer es el mote que él mismo se ha puesto- ¿cómo pasó a la historia por ganar una serie de clasificación olímpica? «Yo no quería nadar los 100 metros, pero mi entrenador me dijo que, quisiera o no, tenía que hacerlo. Yo pensé que eran demasiados, pero lo he conseguido», explicó el nuevo plusmarquista de Guinea.
«Ha sido muy duro, pero lo he conseguido gracias al increíble apoyo del público, al que envío besos». Moussambani, de 22 años, lleva cuatro meses nadando y jamás se entrenó en una piscina mayor de 20 metros, ni en una que tuviera las calles marcadas. Al llegar a Sydney, sintió vértigo al contemplar la distancia que separaba el principio del fin de la piscina. Sin embargo, llegó su gran día, y no se arredró como sus colegas de las calles 3 y 4. Moussambani iba a partir en la 5, ya que su tiempo era el peor de todos. A su lado, el nigeriano Karim Bare y el tajikistano Farkhod Oripov estaban nerviosos.
En la serie sólo iban a nadar los tres, ya que el sistema de competición organiza las series clasificatorias según los tiempos previos. Y los tres estaban por encima del resto de sus rivales olímpicos. Más de un minuto por encima, ya que el 1:10 declarado era ficticio. Bare y Oripov se escaparon en la salida... dos veces cada uno. Ambos fueron descalificados. La sanción fue provocada. Bare había mentido al llegar: «Espero pasar a la siguiente ronda, aunque sé que hay muy buenos nadadores aquí». Oripov ni se había molestado: directamente, se negó a facilitar ningún dato sobre su persona o sobre su historial. Los dos habían venido de turismo bien retribuido.
Así que Bare, Oripov y Moussambani se plantaron en la plataforma de salida. Los dos primeros, estimulados por la vergüenza, forzaron su descalificación. Pero Moussambani se lanzó a las aguas solo, completó los 50 primeros metros -40:97, por 23:64 de Van der Hoogenband- y, al dar el giro, su particular estilo lo delató.
Hasta ese momento, la piscina, llena ante el reclamo de los 100 metros libres, contemplaba divertida la carrera solitaria. Era una contrarreloj acuática. El nadador parecía lento, sí. Pero al dar la vuelta, por encima de las aguas y con precauciones para no tragar agua, el público tomó gran interés en el espectáculo. Bajo una lluvia de aplausos, Moussambani completó los últimos 50 metros porfiando por no ahogarse. Su crawl, con la cabeza fuera, respirando a borbotones, estaba lejos del que inventó Johnny Weismuller.
Las pasó canutas y tardó casi el dobleen la vuelta que en la ida. Sencillamente, aquello era un maratón acuático. Cuando Eric the swimmer salió de las aguas de ozono, un profano lo hubiera confundido con Ian Thorpe, porque toda la grada estaba entregada como en la mejor final. «Si ha sido capaz de hacer esto en cuatro meses, imaginen qué podrá hacer en cuatro años», declaró su entrenador, Enrique... Enrique Moussambani, que negó ser familia del nadador. «Antes, nadie sabía nada sobre mí. Ahora, todo el mundo me conoce», dijo el nuevo héroe guineano que colocó un cartel en su ventana de la villa olímpica: «Aquí vive Eric the swimmer».
LA NORMA
El CIO abre las puertas al Tercer Mundo
Una medida democratizadora. El Comité Internacional Olímpico (CIO), por iniciativa de Juan Antonio Samaranch, aprobó un plan para determinados países del Tercer Mundo. Consistía en permitirles realizar alguna invitación en dos disciplinas concretas, natación y atletismo, sin necesidad de acreditar una marca mínima para sus seleccionados. El motivo es que pueda potenciarse el deporte en lugares donde jamás lograrían desfilar y disponer de una representación en los Juegos. En el pasado, todos los comités internacionales podían invitar a un número de atletas determinado. Sin embargo, aquella situación generó abusos: familiares y amigos de mandatarios de países del Tercer Mundo -y alguno del Primero- utilizaban esos wild card para acceder a los Juegos. Después, simulaban una lesión el día de la competición, alegaban una enfermedad o, en algunos osados casos, competían con toda la dignidad que les permitían las caras de los rivales. Cada uno de estos atletas recibe casi 300.000 pesetas de subvención de parte del CIO, y tiene pagados los gastos de viaje y alojamiento. Gracias a esas facilidades, Guinea acudió con 11 atletas a los Juegos. Moussambani era el abanderado...
fuente : El Mundo JAVIER OLAVE. Enviado especialFue incluso siete segundos más lento que la plusmarca de Peter van der Hoogenband en los 200, el doble de distancia. No importaba: la piscina estaba rendida a sus pies y Eric era un héroe.
El nombre de Eric Moussambani -the swimmer es el mote que él mismo se ha puesto- ¿cómo pasó a la historia por ganar una serie de clasificación olímpica? «Yo no quería nadar los 100 metros, pero mi entrenador me dijo que, quisiera o no, tenía que hacerlo. Yo pensé que eran demasiados, pero lo he conseguido», explicó el nuevo plusmarquista de Guinea.
«Ha sido muy duro, pero lo he conseguido gracias al increíble apoyo del público, al que envío besos». Moussambani, de 22 años, lleva cuatro meses nadando y jamás se entrenó en una piscina mayor de 20 metros, ni en una que tuviera las calles marcadas. Al llegar a Sydney, sintió vértigo al contemplar la distancia que separaba el principio del fin de la piscina. Sin embargo, llegó su gran día, y no se arredró como sus colegas de las calles 3 y 4. Moussambani iba a partir en la 5, ya que su tiempo era el peor de todos. A su lado, el nigeriano Karim Bare y el tajikistano Farkhod Oripov estaban nerviosos.
En la serie sólo iban a nadar los tres, ya que el sistema de competición organiza las series clasificatorias según los tiempos previos. Y los tres estaban por encima del resto de sus rivales olímpicos. Más de un minuto por encima, ya que el 1:10 declarado era ficticio. Bare y Oripov se escaparon en la salida... dos veces cada uno. Ambos fueron descalificados. La sanción fue provocada. Bare había mentido al llegar: «Espero pasar a la siguiente ronda, aunque sé que hay muy buenos nadadores aquí». Oripov ni se había molestado: directamente, se negó a facilitar ningún dato sobre su persona o sobre su historial. Los dos habían venido de turismo bien retribuido.
Así que Bare, Oripov y Moussambani se plantaron en la plataforma de salida. Los dos primeros, estimulados por la vergüenza, forzaron su descalificación. Pero Moussambani se lanzó a las aguas solo, completó los 50 primeros metros -40:97, por 23:64 de Van der Hoogenband- y, al dar el giro, su particular estilo lo delató.
Hasta ese momento, la piscina, llena ante el reclamo de los 100 metros libres, contemplaba divertida la carrera solitaria. Era una contrarreloj acuática. El nadador parecía lento, sí. Pero al dar la vuelta, por encima de las aguas y con precauciones para no tragar agua, el público tomó gran interés en el espectáculo. Bajo una lluvia de aplausos, Moussambani completó los últimos 50 metros porfiando por no ahogarse. Su crawl, con la cabeza fuera, respirando a borbotones, estaba lejos del que inventó Johnny Weismuller.
Las pasó canutas y tardó casi el dobleen la vuelta que en la ida. Sencillamente, aquello era un maratón acuático. Cuando Eric the swimmer salió de las aguas de ozono, un profano lo hubiera confundido con Ian Thorpe, porque toda la grada estaba entregada como en la mejor final. «Si ha sido capaz de hacer esto en cuatro meses, imaginen qué podrá hacer en cuatro años», declaró su entrenador, Enrique... Enrique Moussambani, que negó ser familia del nadador. «Antes, nadie sabía nada sobre mí. Ahora, todo el mundo me conoce», dijo el nuevo héroe guineano que colocó un cartel en su ventana de la villa olímpica: «Aquí vive Eric the swimmer».
LA NORMA
El CIO abre las puertas al Tercer Mundo
Una medida democratizadora. El Comité Internacional Olímpico (CIO), por iniciativa de Juan Antonio Samaranch, aprobó un plan para determinados países del Tercer Mundo. Consistía en permitirles realizar alguna invitación en dos disciplinas concretas, natación y atletismo, sin necesidad de acreditar una marca mínima para sus seleccionados. El motivo es que pueda potenciarse el deporte en lugares donde jamás lograrían desfilar y disponer de una representación en los Juegos. En el pasado, todos los comités internacionales podían invitar a un número de atletas determinado. Sin embargo, aquella situación generó abusos: familiares y amigos de mandatarios de países del Tercer Mundo -y alguno del Primero- utilizaban esos wild card para acceder a los Juegos. Después, simulaban una lesión el día de la competición, alegaban una enfermedad o, en algunos osados casos, competían con toda la dignidad que les permitían las caras de los rivales. Cada uno de estos atletas recibe casi 300.000 pesetas de subvención de parte del CIO, y tiene pagados los gastos de viaje y alojamiento. Gracias a esas facilidades, Guinea acudió con 11 atletas a los Juegos. Moussambani era el abanderado...
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